S/ 25.00
Médico y escritor. Cuenta con publicaciones en más de sesenta ediciones físicas y digitales, entre las que se encuentran las novelas artesanales «Vientos del Apurímac»,(…)
Nuevamente, bisturí en mano, afilado para realizar las incisiones y extirpaciones que perturban el descanso de cuerpos enterrados y fantasmas insatisfechos tras la muerte terrenal, el Dr. Oswaldo Castro recorre las fronteras prohibidas de la supuesta realidad y descubre el universo perverso de lamentos y quejas provenientes del más allá.
Fui cruelmente asesinado. Me masacró a golpes por contradecir sus ideas. Para no tener dudas de mi muerte, mutiló mi cuerpo para así hacer más fácil mi desaparición. En una bolsa de yute puso mi cabeza pegada al tórax y en otra, mis miembros. Luego las botó en un recodo del río que nutre a la ciudad. Las lanzó ribera abajo confiando en que las lluvias torrenciales las arrastrarían hacia un lugar donde nadie podría encontrarlas.
Sin embargo, pasado los días, su plan falló. Ahora es cuestión de tiempo para que algún rivereño descubra mis restos. No puedo permitir que me hallen.
Cada noche, amparado por la oscuridad, consigo reconstruir mi anatomía —aunque es muy complicado armar un cádaver sin las herramientas adecuadas— y ando con dificultad buscando la zona de mayor correntada para lanzarme otra vez hacia el intestino líquido. Es la única ayuda que un padre puede ofrecerle a su hijo para que no sea capturado.
Jugando póker perdí mi sombra y gané otras tres. No me sirven porque son indisciplinadas y desobedientes. Se adelantan, esconden detrás de las paredes, voltean en las esquinas y se camuflan en los arbustos. La mía pertenece a una inescrupulosa mujer que la mantiene prisionera y perfumada en la cartera.
Salvó de la emboscada, pero no evitó que la estaca se clavara muy cerca del corazón. Huye en un caballo robado porque la herida le impide volar. Cada movimiento hace que el arma asesina acelere el desenlace. Solo llegando a tiempo al castillo se salvará. Pero el cuadrúpedo tiene los cuartos traseros destrozados por las dentelladas de los lobos y retrasa el escape. El charco de sangre delata el camino de la fuga. Finalmente metros más allá, el animal se deploma. Apuntalado por la vara de madera, el vampiro sabe que pronto amanecerá. Detrás suyo escucha los trazos de la pluma de Bram Stoker.
INCISIONES
EXTIRPACIONES