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Cuento: «La mami y el acosador» por Hugo Guillen Espinal

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Número desconocido – mensaje nuevo – 3:00 am

BUENAS NOCHES, TE ESCRIBE LA MAMÁ DE NOELIA. ELLA NO ESTA YENDO A ESTUDIAR PARARARA QUE TU LA ESTEZ LLEVADNO PPR AY DESPUES DE CLASES O PARA QUE LA ESTES ACOSANDO, ELLA NO PIEDE TENER ENAMROADO , YA TE LODIJE, VOY A IR MAÑANA MISMO A PONER UNA QIEJA Y SACARLA DE ESA ESCUELA. TIENE 16, SON UNOS MOCOSOS, NO QUIERO VOLVER A VER NINGUN MENSAJE SUYO NI QUE LE ESTE MOLESTANDO, VOY A LALMAR A MIS ABOGADOS SI LE HAS PUESTO UN DEDO ENCIMA, ELLA ES UNA CHICA DE CASA, NO PIEDE ESTAR POR AHÍ BESANDOSE CON CUALQUIERA. VOY A TENER QUE HABLAR CON TUS PADRES U DECIRLES QUE DEJES DE ACSAR A MI NICOLITA.

Noelia – mensaje nuevo – 6:00 am

Mi mamá te quiere conocer: es lo que ha escrito Noelia.

Cuando, a las 4:00 am me desperté para mear, revisé el celular (es lo primero que hago al despertar, ¿es preocupante?). Leí ese mensaje y pensé que todo se fue al piso, que no debo meterme ahí, que esa señora tiene la razón, está cuidando a su tesoro, y me duele decirle a Noelia que debemos dejar esto aquí. Era muy temprano, así que me dormí y quise pensar que era un sueño. Noelia me cuenta que anoche (eso dice ella, pero fue de madrugada) discutió con su madre, que después hablaron, hablaron mucho, como madre e hija, yo nunca he hablado con mis padres así, pero no la envidio por eso, me parece tierno. No sé qué pensar, ¿estamos en problemas?, no, ella no, claro, pero yo, estoy jodidísimo. — Hemos hablado mucho, de que me sobreprotege desde que soy una niña hasta ahora que no lo soy y le he hablado mucho de ti antes, ella sabe quién eres porque le contaba de ti, le he contado demasiado y solo quiere conocer al famoso Raúl del que tanto le he hablado— me escribe Noelia. Me quiere comer vivo, yo creo que mejor le haces caso y no la obligas a nada, me ha acusado con su abogado y no sé qué más, yo no quiero causarte problemas— Le contesto. —¡No!, terco, ya sabe que eres mi enamorado, ya le expliqué que no eres cualquier chico, quiere que vengas a mi casa a conocerla, ¡SOLO QUIERE CONOCER QUIÉN ES EL ENAMORADO DE SU HIJA! Confía en mí— me reprocha ella y le respondo, burlón —Yo también quiero conocerlo.

Yo, el fracaso de mi familia o al menos el fracaso de mi madre, admirador femenino desde niño, el hombre más pequeño del mundo, el egoísta por excelencia y con el peor gusto para vestir, que devora tallarines como demente pero no toma gaseosa porque “engorda” debo conocer a , ¿mi suegra?, no sé ni quien soy, yo no soy nada, no estoy preparado para esto, nunca me tuve que enfrentar a algo así, pero tengo que decirle a Noelia que lo haré –está bien, iré a tu casa-, y me pregunta, sonriente – te siguen gustando los tallarines verdes, ¿verdad?-.

Es domingo, me he despertado temprano, solo lo hago cuando tengo que salir, porque necesito bañarme este día obligatoriamente, me debo poner presentable, no guapo, no elegante, aunque nada de eso puedo estar, pero si presentable y no parecer un acosador, como dice que soy, la madre de Noelia. Subo al autobús, estoy siendo precavido, me he puesto medio litro de perfume para que el olor putrefacto del transporte público no se impregne en mí, porque aparte de ser un acosador, es peor ser un acosador maloliente. Llego al paradero y bajo del autobús. Me sé el camino, porque he venido con Noelia muchas veces, pero estoy temblando por dentro, y un poco por fuera, me tiemblan las piernas y las tetillas. Me da nervios este encuentro, que es por supuesto, un atrevimiento de mi parte y un disgusto para la madre de Noelia, que me ha dedicado mensajes poco alentadores pero que tolero y entiendo porque es una madre cuidando a su tesoro. Seré educado y respetuoso, no me debo sentir con confianza, me lo repito mentalmente antes de llegar, y camino a paso lento para tardar aún más. Llegué. Hay guardias de seguridad afuera de la Residencia Vida Alegre, que solo con mirarlos me caen espesos, chinches y jodidos. Me piden identificarme y que le diga por qué y para qué he venido. Para pasear no he venido pues, huevón, obviamente vengo de visita. No les explico que soy invitado, me da vergüenza decir eso, ¿la señora me querrá de invitado, o Noelia la ha obligado? Seguramente es lo segundo. En mi desesperación, sudorosa, temblorosa y espero bien ocultada, veo al otro lado de la puerta gigante por donde no me dejan pasar, a Noelia, viene a rescatarme, a decir que es visita permitida. Les indican unas cosas a los guardias por audio y me dejan pasar, con desconfianza, como si fuera un malhechor, un bandido, un bandolero, un enano peligroso, ¿eso parezco?

Noelia me abraza y me da un beso riquísimo, sus labios son deseables, pero estamos avanzando y la detengo. No quiero que su mamá me llegue a ver dándole un beso a su hija, no quiero ser tan descarado, quiero parecer un buen chico, no lo soy, pero quiero aparentar serlo, estoy seguro de que de alguna manera puedo dar una buena imagen. Subimos hasta el piso indicado, en las escaleras me explica que esté tranquilo, que no esté tenso, que todo está bien, me recuerda que salude, y que no me asuste si hace preguntas incómodas. Le digo que no soy un niño, que creo saber cómo afrontarlo, pero ya lo he dicho muchas veces, yo no sé nada. Estamos en la puerta, Noelia va a abrir, y yo voy a pasar temeroso, ella ingresa primero, y de reojo miro su posadera, ese vestido negro floreado le queda precioso, no sé qué peinado lleva, pero me enamora muchísimo, se ve bellísima, cada detalle de ella me encanta, sus ojos, sus labios, su sonrisa, sus rizos, y avanzo, entro a su casa y dejo de pensar en Noelia. Pienso, con suspenso, en lo que voy a encontrar y en que estoy infiltrándome en un hogar. Veo, entrando a la sala de la mano de Noelia, pero yo casi obligado con cara de tontorrón, a su madre. Es una mujer guapa, de edad mediana, cabello teñido y curvas similares a las de su primogénita. Se me adelanta al saludo – Raúl, me han hablado mucho de ti- y yo, pensando en que tal vez así se verá Noelia algún día, – Buenos días, señora …- no sé su nombre, pero ella me completa la frase diciendo – Karina, dime Karina-, entonces le respondo, con una sonrisa –Señora Karina, mucho gusto-. Ella me mira con buena cara, con sonrisa, alegría de saber que no aparento ser un acosador, porque aparento ser un gnomo de jardín, un umpa lumpa, y no lo pasa de largo, pero no me lo dice. Me pregunta cómo estoy, comenta del clima, me cuenta un par de cosas de Noelia, o como ella le dice, Noelita. La escucho y respondo. Me siento bien, tal vez han pasado unos minutos, pero me ha recibido genial, supongo que no quiere que esté nervioso o piensa que no lo estoy, y yo tomo confianza para hablar más, para contar cosas y para fluir una conversación ignorando que nos acabamos de conocer y yo no sé si debí traer algo, si estoy haciendo bien al responder frescamente, si es una falta de respeto que este aquí, pero sé que no me siento preparado para esto. Después de mucha conversación, cómoda, y con Noelia feliz, me alegra que ella esté feliz, almorzamos. Le agradezco mucho a la señora Karina por el almuerzo, porque ha hecho mi comida favorita. Le agradezco también por recibirme en su hogar, siento que debe ser una carga para ella, una insolencia de mi parte, un mocoso ha venido a joder su paz, yo en su lugar estaría furioso, pero ella ya lo ha estado al parecer. Me explica que Noelita es una chica de bien, de casa, me cuenta su niñez, su relación familiar, sus travesuras y sus logros, me resalta que Noelita jamás ha tenido novio o enamorado, que ella nunca se lo ha permitido porque eso la afectaría y un chico la llevaría por el camino incorrecto, porque los hombres son así, unos patanes, solo piensan en sexo dice la señora Karina. Continua y me dice, resignada lo sé, pero sin cambiar de humor, que me tolera y tolera mi relación con Noelia, que ella está contenta por Noelita pero no quiere que descuide sus notas porque ella va a ser una gran ingeniera, me pide que no la distraiga, que la apoye a estudiar, que la cuide ( en esto duda porque sabe que no sé cuidarme ni a mí mismo), que si quiero ver a Noelia puedo venir a su casa y visitarla, no tengo que hacerla perder el tiempo en las calles hasta tarde, pasando frío, que me comporte y la respete porque es una chica educada y yo no me atrevo a decir una palabra, aunque coincido con la señora Karina, yo quiero estar seguro de que ya termino de hablar para decirle – Sí, no se preocupe señora Karina, muchas gracias-, ¿qué más digo?, no sé qué decir si no me pregunta algo. Noelia va a lavar los trastes, le digo que no, que yo lo hago, pero la señora Karina me dice que no me moleste y que tome asiento, a lo que sin chistear voy a hacer caso, claro que sí, usted manda. –Mira Raulito, la confianza que te estoy dando, no se la he dado a nadie nunca, te estoy dando permiso para estar con mi Noelita, trátala bien, ya me has escuchado, tú no eres un mal chico, así es la juventud, se enamoran, esas cosas pasan, yo tenía miedo de que pudiera ser alguien malo, pero voy a confiar en ti- y le agradezco muchísimo, le pido que me deje ayudarla a limpiar y ordenar los platos, pero me dice que hoy no, que soy su invitado. El resto de la tarde, he estado con Noe y la señora Karina viendo una película, en realidad la señora Karina no quiere dejarnos solos, no me preocupo, no tiene nada de qué desconfiar, Noelia me abraza y me siento incómodo, no por sus abrazos, ni porque me mire con sus ojitos hechiceros, sino porque no sé cómo reaccione contra mí la señora Karina. Estamos viendo No se aceptan devoluciones, es hermosa la película, ellas ya la vieron, pero la están viendo otra vez, y me narran las cosas sin spoilearme.

Termina la cinta, es una linda película, he terminado abrazando a Noelia. Me despido de la señora Karina, que ha sido tan permisiva para que yo invada su hogar, y le agradezco otra vez por cada cosa, me acompaña hasta la salida, Noelia, quien cierra la puerta y baja junto conmigo por las escaleras, mientras comentamos de la película, pero es solo una excusa porque pisos más abajo, nos detenemos y nos besamos con ansias, besos largos y lentos como el profesor más longevo leyendo, así de lentos, pero no besos aburridos, son besos divertidos, experimentales. Le acaricio el cuerpo con arrechura, la cintura, las nalgas, los brazos, las piernas, que hoy me provocaron con ese vestido que le permite lucir su belleza, y ella se deja llevar por el momento. No creo que la señora Karina no se dé cuenta que su hija no vuelve, y tal vez no se da cuenta que yo aún no me he ido de la residencia. Nos detenemos, porque es tarde y porque ella debe volver a casa, me voy. Me voy con buenas sensaciones, me voy como un ganador, me voy y quiero volver.