A los doce años liberó toda su creatividad escribiendo diversos cuentos y textos libres, lo que, posteriormente, le aportarían recursos de comunicación y empatía en su actividad de docente con niños y jóvenes en diferentes instituciones educativas, experiencias previas e importantes para estudiar Ciencias de la Comunicación y especializarse en periodismo.
Desde siempre le quedó claro que lo suyo era crear y escribir cuentos, y ese deseo tomó más impulso al convertirse en madre de un niño y una niña que sumergen sus días en una fuente de inagotable imaginación, inspirando las historias contenidas en Bher, el elefante y doce cuentos fantásticos.